Vienna propone en su blog un ejercicio que me pareció simpatiquísimo: por una semana, cada mañana, escribir 3 páginas de lo que sea. Como sea. Luego de la semana, detectar un tema recurrente, inventar unos personajes y escribir una historia.
Hoy empecé mi semana. Los invito a hacer el ejercicio. Si quieren saber más, o quieren hacer otro ejercicio, vayan a su blog!
Paginas matinales. Dia uno
Debería haber empezado hace media hora pero empecé ahora. ¡Es que tengo que hacerlo! Además, ¿cómo se puede tener agenda estrecha para un sábado? Almorzaremos luego, comemos todos algo en el medio. Ya, me prepararé un sandwich bien complejo y completo y me bastará seguro para el resto de la mañana. Y mis frutas. Y todo bien.
Camisa, esta me va a dar calor. ¿Por qué han de hacer camisetas que den calor? Si una se viste con camiseta es porque el clima es caliente. Me toca cambiarme a una más fresca. La más fresca es con la espalda libre. No quiero ponerme la espalda libre. Me toca cambiar de sostén para ponerme esa camisa, y no quiero cambiarme el sostén. ¿Por qué ser mujer, para vestir, será tan complejo?
El pan, se quema en la plancha para tostarlo. No, no se quema, ya verifiqué el fuego. Ya revisé el pan. Me falta el maquillaje. Qué camisa me pongo? Este pantalón me gusta, la camisa no. Revisar el closet para ir a cocinar donde mis amigos no es el plan de un sábado por la mañana. ¿Por eso será que mis días felices son los domingos? Qué indecisión la mía, es eso lo que me causa problemas, mi indecisión absoluta y precoz. De azul y negro, hoy, definitivamente, no. Marrón, marrón y beige. Es un día como para colores fuertes. Quizás el rojo y verde me vayan bien. Un turbante verde y el pantalón vino... con la camisa blanca que tengo que usar con la espalda desnuda. Quiero colores y la camisa que quiero está sin lavar. Sólo por hoy agradeceré, sólo por hoy no me enojaré, sólo por hoy seré amable, sólo por hoy, sólo por hoy, vamos, respira profundo... Gracias a la energía infinita de reiki por circular libremente a través de mí...
¿Y si fuera un vestido? Ah! El de manchitas rojas y fucsia. Ese que no le gustaba a él verme puesto porque decía que era muy desmañado y lacio... pero siempre se quedaba viendo el escote con ojos escrutadores, como adivinando si se vería mucho más y qué tanto mostraría de mis encantos, ese vestido insípido, al mundo que me rodeaba. Solía agarrarme de la mano cada vez que me lo ponía y yo le pedía que me soltara. No era meloso, era opresivo ese gesto de tomarme por la mano. Hasta que un día se le salió "pero si es que da gusto sacarte a pasear así de linda, y que se te queden viendo y te vean sabiendo que eres mía"... el sentido de posesión estaba de más. Pero faltaban meses antes de que termináramos porque él me llamara "violenta". Me pasa por no haberle dado ni un grito en 3 años de vida de pareja. Seguro le hubiera gritado un par de veces, como no hago nunca a nadie, y no hubiéramos durado ni 6 meses. Y tampoco hubiera sabido nada de lo que del vestido opinaba él. Ese mismo vestido que tampoco le gustó al occidentalísimo que me comparó con un tabaco habano: delgada, elegante, refinada... pero para fumar y botar. Habráse visto. Hasta para fumar un habano hay que saber cuándo lanzarlo: cuando queda reducido a colilla, no antes de sacarlo del empaque. Menos mal que fue así y no de otra forma. Hay alguien arriba cuidándome y marcándome la senda, definitivamente.
El vestido fuccsia y rojo con manchitas camel y el pantalón camel. Sin turbante. Con un pequeño collar. ¿Sandalias? Será. Con el clima que hará, hasta descalza podría ir. Para cocinar todo el día. Para reir con vino en la cocina. Para comprar cosas que olvidamos, a última hora, en el super más cercano. Para reirnos de nuestras torpezas. Ropa cómoda y fresca para flotar entre risas, copas, caldos, cebollas caramelizadas, aceites y perfumes de azafrán, perejil y cilantro.
El olor del pan me recuerda el desayuno que no me he preparado. Sonará inmodesto pero es hermosa la combinación: parece que vestido y pantalón hubieran sido hechos para ser usados juntos. Hasta glamorosa me veo! Y él decía que era un vestido insípido. Y me tomaba a mí como posesión suya. Ambos. Odioso se me hace que me crean posesión... no soy adminículo portatil ni objeto poseible. ¿No se nota? En fin, un par de Teseos más... nada para amilanarse. Sigo esperando a mi Dionisio. Las Ariadnas somos así, creo.
Delicioso. La textura de la crema de yogurt, fresca, vaporosa, casi etérea, se mezcla con el crujir del pan tostado al masticarlo. El ajonjolí y la avena del pan se mezclan con lo agrio del yogurt, lo sólido del migajón crujiente, lo etéreo de la sal que se presume en todo. Escribo de pie y descalza. Descalza porque me conecto a la tierra, me ayuda a sentir lo que no recuerdo como sentir y que mis antepasados primigenios hubieran percibido muy bien. Descalza para poder sujetaarme firmemente a la tierra que nos ampara mientras mi cabeza vuela entre recuerdos que aún no creo e imaginerías con las que fantaseo. De pie porque me da una sensación de presteza y rapidez que sé qu eno tengo, sé qu eno es verdad, pero que igual supongo tener sólo pro el hecho de estar de pie. La crema de yogurt se me desliza por los dedos y es la segunda vez que acomodo el tirante del vestido. Creo recordar por qué no lo usaba. Pero se queda, es mi sábado, es mi día feliz número dos. Es día de cocina con amigos, risas con vinos, paseos de la memoria, confidencias de libros, carcajadas con picardías, conocer familia, Como la rabia de amar...Alegría... como un asalto de felicidad. Me gusta esa canción del Cirque du Soleil. La oigo en loop y canto mientras escribo. Italiano, inglés, español... yogurt, avena, ajonjolí, la madre tierra en mis oidos y mi boca. Europa, el mediterráneo y más allá...
Marco Polo. El libro de las cosas maravillosas. Anoche leía sobre los turcomanos en armenia menor... lo leo en desorden, por donde me provoque abrirlo. Es una bitácora de viajes, no un manual de uso. Es un libro de fantasía, con teorías descabelladas ahora, muy serias entonces. Me recuerdo estar el otro día con un atlas en la cama, a un lado, el libro del otro, leyendo la descripción que de Asia hacía el navegante, recordando la Europa medieval... y antes, mucho antes, cuando Pangea y Pantalasa. No lo viví, sólo lo estudié y no lo siento como drama humano vivido, pero ha de haber sido impresionante eso. Me fui viajando mentalmente al Africa y el Brasil, a tantas gentes de Africa y tan pocas de Brasil que he conocido en el trabajo, a lo que nos parecemos y loq ue nos diferenciamos. A que ellos a mí me miran como europea y a mí siempre se me olvida de qué color fue que me disfrazó la naturaleza... por eso no entienden, quizás, cuando hablo de lo que "nos" gusta a todos la música alegre. O el por qué "somos" como "somos". Siempre me miran a la cara o la piel... siempre me recuerdan que estoy disfrazada de invierno y ellos son oscura noche o dulce chocolate. Mientras que yo soy alabastro o leche. Ese día no terminé de leerme el libro, me acosté a dormir pensando en las ideas fijas que tenemos sobre lo que debe pensar la gente de tal o cual color. Y el auto-racismo. Y el racismo a la inversa. Y el racismo puro y duro. Y lo desencajada que me siento en este mundo a veces.
Alabastro, leche. El yogurt tiembla al morderlo mientras la tostada lo hace estremecer por mi mordisco. Es de color alabastro él también, un poco perlado. El yogurt, claro. Casi se acaba mi desayuno y estoy pensando en lo siguiente: zapatos. Un lampo di vita, alegría. Come la rabia de amar, Alegría. Es que amar sí tiene un componente de rabia... al final, cuando uno, más humano que sublime, se siente perdedor de lo amado o del tiempo amado o del esfuerzo dedicado. O lo mucho hecho y lo poco recibido. Pero es que nada se puede esperar. Sólo la certeza de haber amado.
¿Serán ya 3 páginas? ¿Tendré 750 palabras? Creo que me pasé. Y aún me espera la panadería, el super y el viaje hasta su casa. La de mi amiga. La de las risas con rulos negros y cocina especiada con confidencias simples y grandes silencios. La del novio simpático de chistes en un francés incompleto, rudimentario, y la sinceridad amplia. ¿Serán ya 3 páginas? Vuelve a sonar Alegría. cómo me gusta... la sociedad da vueltas, cambia, caen y surgen imperios, Estados (con mayúscula, profesora de León, con mayúscula) y gobiernos (con minúscula, de León, minúsculas esta vez) y procesos. La revolución cultural, del medioevo al renacimiento. La revolución industrial y del campo a las teorías sociales, y los derechos humanos, y las reivindicaciones sociales y laborales. Y de allí a acá. Hermosa. Esa canción me transporta. Me lleva de la mano por las muchas vidas que intuyo que he vivido, por los muchos capítulos de la historia que he vivido y que me han afectado...
... como la actual, en la que agradezco a la fuente infinita de sabiduría el hacerme recordar siempre, a tiempo, que sólo por hoy tengo el derecho a ser feliz y el deber de ser amable con todos y agradecer lo que tengo y no enojarme por nada.
Serán ya más de 750 palabras y 3 páginas, supongo. Me acordé de Sabina y sus 19 días y 500 noches. Eso de tener guayabo por un amor de mujer sólo 19 días, y un año y tanto de noches de nostalgia ha de ser jodido.
¿Qué estará pensando el que me creía su propiedad cuando me ponía este vestido, luego de un año y 4 meses de habernos dejado? Ni idea, y me gustaría saberlo porque desde hace cosa de un chispazo de tiempo, cuando me pidió volvernos a ver luego de un año y monedas de haber terminado, duermo mal a veces y por eso me cuesta levantarme.
Sospecho que para él, Sabina es un desamorado que olvida rápido... y por eso es que a mí me da por llegar tarde a todas partes los días gozosos de mis fines de semana.
1 comentario:
"Me pasa por no haberle dado ni un grito en 3 años de vida de pareja. Seguro le hubiera gritado un par de veces, como no hago nunca a nadie, y no hubiéramos durado ni 6 meses"
A mi también...
Aún no se de que va el ejercicio de este post, pero me ha encantado descubrir todo el blog, lo que he leído hasta ahora.
Prometo ponerme al tanto.
Un beso
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