13 oct 2009

A tí, mi chiquito...

Te escribo mientras oigo a la Chabela Vargas cantando "La Llorona".

Debe ser porque soy densa en colores y escasa en palabras que me gusta como ella pinta sonidos con la garganta... No te lo tomes como nada personal que asocie lo de escribirte con el tema de la canción. La manera en que ella canta, hoy, particularmente, me llega hondo...

Las últimas semanas, chiquito, han sido de locos. Los detalles te los daré luego, cuando tengamos la dicha de cubrir las distancias con el avión de tus silencios mientras me calientas con tus ojos las manos tensas en este invierno veraniego.

De trabajo poco y mucho a la vez. Semanas de agites y trajines. Digamos que me re-encontré un pedazo de mí, mientras trataba de entretener a otro que se ponía ansioso. Y también me ví ecuánime muchas veces. Y cuando me molesté, como fui ecuánime y amena en medio de tantos caos y tantos desbordes... me tomaron muy en serio, porque no me quejé nunca antes.

Y me gustó eso.

En estos días empiezo con otro período de trabajo regular y algo fuerte, luego de 2 semanas de casi vacacionar y leer mucho. Leer del trabajo y no. Y estudiar. Y no estudiar. Empiezo con buen pie a pesar de un par de contratiempos en la oficina. No tiene mayor importancia. No es relevante.

Relevantes han sido nuestros silencios. Primero por tus ausencias que no les conozco razones. Luego por las mías, todas por asuntos de trabajo. Y ahora esta semana tampoco podré verte. Por lo mismo... trabajo. Apasionante este proyecto, te cuento. Fuera de la oficina, de paso!

Sigo pensando en tí mientras sigo oyendo esa canción melancólica, tristonga... en un volumen bajito. Es un arrullo que entono con el corazón, para cantarle a la luna el recuerdo de tus sonrisas lindas que me faltan, de tus ojitos que no veo, de tus manos que no siento, de tu ternura que no me arropa.

Eres así, como un rebozo. Tu ternura cálida me cubre para evitarme el frío de tantas ausencias, luego de tantas estrellas que hemos viajado para encontrarnos en este pedazo de tierra gélida que nos alberga. ".... pero de olvidarte nunca", le oigo a la Chabela. Y tú bien sabes qué tanto nos signifca esa frase.

Chiquito, ando igual. Contenta con mis cosas, buscando mejorar otras... y triste de no leerte.

Tristísima de esta ausencia de tus ojos de miel esmeralda. Tristísima de esos cabellos azabache que no puedo ver moverse, suavecito, cuando los acaricio con mis dedos. Triste de no poder dormirme en ese huequito que me hacen tus brazos cuando me susurras ternuras al oido, mientras me ves dormir.

Triste de no saberte aquí, al ladito mío sino cuando cierro mis ojos y espero que, en silencio, llegues a mi lado. Y a veces, ni aún así. Siento que te has alejado para no hacerme daño. O no hacerte daño. Y ni en sueños, a veces, te tengo.

Son tan largas mis noches de tu ausencia en mi...

Suficientes quejas. Creo. No estoy con alma suicida. No tengo espíritu de queja. Entiendo tus razones, las que sean, ni tienes que dármelas. Querías que te contara de mi vida. Allí va, bien, como siempre. Con esos arranques de extrañarte mal. A tope. A fondo. Hasta las patas.

Pero eso ni es novedad ni es motivo de tristeza. Al contrario, mi bien, quisiera que te lo tomaras con toda la ternura de la que eres capaz... porque es sólo eso, caprichos de niña antojosa que quiere que la abracen y la hagan girar, tomada por los brazos, hasta sentir miedo... después de mucho reir. Y que, para dejar de tener miedo, le den un besito y la vuelvan a abrazar hasta sentirse segura y protegida.

Pero, en vista de que ya es muy tarde, mi chiquito, me voy a dormir. Que te valga lo anterior como actualización de mi vida en tu ausencia. Espero la tuya.

Y te quiero mucho, montones, pero de eso, creo, ya no te cabe duda...

... como no me cabe duda, ni por un instante, el mucho querer que me tienes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bonito es lo bonito! definitivo Lulú, desparramas amor en este post... pero que bello, tierno y sincero es...
todas llevamos esa niña antojosa que mencionas, que quiere que la abracen y besen hasta sentirse segura...
dicen que las distancias hacen que el amor verdadero se vuelva mas intenso... será verdad?
mi pesimismo es mucho... no lo creo
abrazos Lulu y que hermoso que sientas así
=D

Lulu dijo...

Ana:
Cuando se ama... no hay distancias.
Son diez mil kilómetros entre mi vida y mi imaginación y allá, así de lejano como está, consigo encontrar a ese hombre de ojos verde-miel, de cabellos negros y paciencia infinita.

Ese hombre que sabe siempre hacerme sonreir como niña chiquita cuando me hace girar, como en una noria, colgada de sus brazos y su sonrisa tierna y generosa.

El amor, cuando es verdadero, no importa la forma en que se encarne, es más grande que cualquier distancia y cualquier sueño que hayas tenido.

Es una cachetada a la incredulidad y un garrotazo al pesimismo....

Así que, Anita, siente...

Un abrazote!