Vienna propone en su blog un ejercicio que me pareció simpatiquísimo: por una semana, cada mañana, escribir 3 páginas de lo que sea. Como sea. Luego de la semana, detectar un tema recurrente, inventar unos personajes y escribir una historia.
Hoy es el quinto día de mi semana. Los invito a hacer el ejercicio. Si quieren saber más, o quieren hacer otro ejercicio, vayan a su blog!
Páginas matinales. Día quinto
"A tí sí te asociaría con la vainilla"
Así me dijo mi amiga N, el sábado en la tarde en su casa, mientras se caramelizaban unas cebollas con pasas rubias. Estábamos hablando de su afición por las especies, que yo ya conocía por sus comentarios. Ella, ese día, quizás por el calor que hacía, quizás por el ánimo de, me comentó que asociaba a la gente con especias.
Esa confesión me pareció de un onírico-simbólico impresionante y, presa de un ataque de curiosidad, un espasmo de morbo y una soberbia certeza de estar frente a una confesión muy íntima, aproveché la ocasión para preguntarle cómo definiría a su mamá, una amiga mútua y ella misma. Se confesó incapaz de auto-definirse, pero tomó una de las especies que yo había mencionado y la uso para definirme: "a tí sí te asociaría con la vainilla, ¿sabes?"
No pude más, el ego arrogante que vive en mí se creció... ¿Por qué?
"Es que la vainilla es dulce... es suave... y huele rico, es como... no sé, cálida, como discreta pero huele rico"...
En mi vida jamás imaginé que se podían decir cosas de la gente en función de las especias. En mi vida jamás me ví configurada como una vaina. Y menos una vaina de vainilla. Alguien me dijo alguna vez que, de ser una flor, me asociaría con una orquidea porque son delicadas, hermosas y exóticas. Era un hombre, en este caso. Pero acertó porque de las flores que me definen, por razones de crianza y costumbres visuales en mi vida, están las orquideas. Creí con ellas, corrí entre ellas, las ví una y mil veces, las crié en mi exilio belga. Sin ellas soy menos yo. Ahora se completó el cuadro: soy también el fruto de una orquidea.
Si bien la comparación con la flor me agradó o me satisfizo, la comparación con la especia me dejó estupefacta: de las especies que menos me gustan, que nunca uso, que menos me definen a la hora de cocinar, de los perfumes que aborrezco, de los aromas que me empalagan la nariz y rehuyo por su penetrancia, tiene que estar la vainilla en primer lugar. Odio que una estancia en la que yo deba quedarme esperando algún tiempo huela a vainilla. Detesto los perfumes avainillados. Soy incapaz de ponerme o comprarme un splash corporal con olor a vainilla. Es de una penetrante dulzura, me satura el umbral del dulce en el olfato, se me mete hasta el último recodo de la nariz, me secuestra el cerebro y me desespera la respiración. En la cocina no la uso, en mi casa no encontrarán una chaucha de vainilla ni hurgando a fondo en mis especias, repisas, la despensa ni la nevera. Nada, ni un poquito. Ni jota. Nada. Vainilla chau.
Y esta chica me compara con la vainilla. Me dejó pensando en la cantidad de cosas que odio de la vainilla, lo dulcemente penetrante que es, lo cálida que resulta para los recuerdos de muchos pues el olor a "torta horneada por mamá" muchas veces tiene un componente avainillado en sus recuerdos de infancia. Me quedé pensando en que una amiga que tuve decía de las estancias que olían a vainilla "huele a tortica"...
...y yo soy una vainilla. Dulce, suave, huele rico, como discreta pero huele rico. Ella se sonreía, hablando de lo que era la vainilla para ella. Es una especia que le hace sonreir de la cantidad de cosas buenas que le produce a su memoria, su nariz y su ánimo. Me hizo sentir bien porque sé que me asocia con cosas buenas... me hizo sonreir. Pero, ¿una vainilla? ¿Yo? Coño, no.
Coño, no. No yo. Es que me han asociado con girasoles porque son luminosos, son enérgicos... pero los hombres que me han asociado con un girasol en mi vida son, muchas veces, seres que se enamoran de mi cara más visible. El que me definió como una orquidea tiene un componente adicional de mi persona. O me define a partir de elementos que desconocía de mí y que revelan un análisi más profundo de mi persona. El tenía las de ganar en ese sentido y , no en balde, se instaló firmemente en mi corazón.
Pero, ¿que ahora me definan como una vaina de una especia que me resulta tan penetrantemente invasiva? Me deja de una pieza. Es lindo, y no es poco cierto, lo de que me digan que me asocian con la vainilla por lo dulce y lo suave. Lo de dulce me lo han dicho en muchas ocasiones, muchas personas. Y un amor que el viento del verano arrancó. Lo de suave... bueno, alguien me dijo una vez que yo era suave como la neblina, pero calaba hondo como el frío que la acompaña. Sí, quería sacarme el corazón a bombazos del pecho y que le acunara la cabeza en mi regazo... un pícaro que jugó un rato con mis pensamientos y que terminó diciéndome un día "eres demasiado buena para mí, sigue con tu vida que yo sólo te voy a ahacer daño". Y me arrancó el aliento por los segundos que me duró la sorpresa.
por culpa de la vainilla me quedé pensando en la cantidad de cosas que me dan rabia, que me invaden el pensamiento y que considero molestas. Pensé en esa teoría que afirma que la gente que te cae mal es porque se parece mucho a tí y me acordé de mi padre... a quien le digo cada vez que se molesta conmigo "es que tú y yo nos llevamos así porque nos parecemos mucho, papiiiii!" Y le pego un abrazo formidable o me sonrío enormemente y se desarma. No tiene argumentos.Es verdad, nos parecemos tanto que nos aborrecemos.
Y pensé en la cantidad de personas que han pasado por mi vida, que se han alejado de mi senda y que han dejado su huella en mí, que me han tatuado un dolor en la piel... traté de asociarlos a una especia pero eso no se me da a mi. Y concluí que, probablemente, nos parecíamos en el fondo y por eso nos llevamos mal o nos disgustamos pronto o nos distanciamos antes. ¿Antes de qué? ¿De lo que yo creía era el tiempo perfecto para separarnos? Quizás nunca nos caímos mal sino que nos aburrimos mutuamente y nos separamos porque nos parecíamos poco interesantes mútuamente. Pero a veces recuerdo haberme ido con rabia... Claro, pero es que te daba rabia porque te desesperaba lo aburrida, insípida o leve que te resultaba la persona. ¿O sería porque se parecían mucho y se analizaban demasiado desde el mismo ángulo?
Poco importa. No quiero pensar más. No necesito pensar más porque no voy a encontrar la respuesta y me voy a embotar la cabeza. La gente que se fue de mi lado se fue por la razón por la que debía irse. La gente que sigue a mi lado, sigue por la razón por la que debe seguir a mi lado. La gente que ha de venir a mi lado vendrá por la razón por la que haya de venir. Y yo seguiré siendo el girasol, la orquídea y la chaucha de vainilla que soy. En esencia sí. Como siempre pasa con la vida: el bouquet puede ampliarse y las especias mezclarse. Pero en esencia, de base, soy girasoles, orquídeas y vainillas.
Y está bien. supongo. Como el que no me gusten los perfumes, los splash, las estancias, los cuellos ni las personas avainillados.
5 comentarios:
A mí me encanta la vainilla, y eso que mi madre nunca cocinó tortas, ni nada con ellas. Bueno, quizás la crema catalana tenga vainilla...
Me ha encantado la asociación de ideas, la definición creada desde los sentidos al alma y a la inversa.
¡No te preocupes por la prohibición de lectura, ja, ja, ja, ja! No creo que la vaya a poner como ejercicio. ¡Supongo que útil, pero fue una agonía!
Pues sí, yo antes creía en casualidades y sólo recientemente empiezo a llamarlas sincronías. Si me detengo y pienso sobre mi vida, a pesar de haber planeado y ejecutado muchos planes, las cosas más maravillosas han ocurrido sólo porque sí. Porque no podía haber sido de otra manera. No digo que el destino esté escrito, pero sí que el universo nos lanza guiños con los que seguir adelante en nuestro camino hacia y en la felicidad. También me encantó que me encontraras.
También soy profesora de idiomas. También opino que no enseño (sólo) lenguas sino todas las cosas maravillosas que se pueden hacer con ellas y así se lo hago saber a mis estudiantes.
Y, por supuesto, de ahí viene todo, también escribo e intento establecerme como escritora de ficción. Este es mi sueño dorado, poder enseñar pero menos horas y así poderme dedicar mejor a escribir novelas.
Es curioso lo que dices de la pintura porque jamás de los jamases se me hubiera ocurrido a mí pintar. La última vez que cogí un lápiz o un pincel fue en la escuela. Sin embargo, desde que estoy leyendo el libro famoso de Julia Cameron, otras facetas artísticas se están despertando en mi y hace poco me encontré comprando acuarelas y lápices de colores y pintando unas cuartillas en casa. La cosa ha llegado al extremo en que estoy tratando de organizar una semana con un par de amigos en una casita en el campo donde se relizan talleres de pintura. No sé qué saldrá de ahí pero seguro que algo bueno (aunque no se pueda llamar are, ja, ja, ja). ¿Publicas en algún lugar tu pintura? (Estaría bien si pusieras una foto en el blog)
Ya llegamos hacia el final del ejercicio...
Un saludo desde la lluviosa Inglaterra.
Vienna... nos vamos dejando la piel en este taller que propones! Jajajajaja...
A las "casualidades" hace tiempo qu elas llamo "causalidades"... tiene sus por qués. Inexplicables. Sólo luego, haciendo memorias, recordando, nos damos cuenta que sólo podía haber sido así porque sólo así nos iba a quedar tan bueno como nos quedó. ;)
Ah! La crema catalana tiene perfume a vainilla... Gracias por el elogio, sin querer me quedó como un análisis de ida y de vuelta. Y todo empezó por poner a lavar la ropa y sacar la chaqueta que usé el sábado para la lavadora. El perfume del jabón de mi ropa, no podía ser de otra forma, es cítrico: lavanda o limón. Que el durazno me empalaga la nariz... jajajajaja...
Ah! Los procesos de "descompresión" del alma sacan a relucir habilidades que uno no sospechaba que tenía. Te quiero ver en 6 meses ha dónde te ha llevado esa pintura... Y sí, pronto, en site aparte, verás TODO lo que hago con mi pintura. Arte utilitario, principalmente. Pero también explicaré por qué arte, por qué utilitario y en qué consiste todo lo que salió como un ensayo para hacer una puerta que aún no está hecha... jajajajaja...
Este cuaderno literario lo abrí como "ensayo" para retarme a escribir y hacerme escritora. Luego, más adelante, cuando yo considere que sí, que ya puedo lanzarme al ruedo de las casas editoriales... y la crítica, las entrevistas y la firma de libros.
Por los momentos, veo, me ha hecho sanar retazos de mi alma.
Un saludo que se quiere transformar en abrazo desde esta calurosa y, a ratos, muy lluviosa Venezuela!
la vainilla es al gusto amarga... muy amarguita y al finaaaaaal deja un dulzor asi como el que deja la alcachofa
Lianka: A un cierto alguien que se parece mucho a mí le dije ayer, a propósito de que me dijo que la definición de "vainilla" para conmigo era acertadísima ("chaborra pero ciertísima" fueron sus palabras) le dije "pues te me pareces a un perejil" Y cuando preguntó por qué, insistiendo que era otra especia y el perejil no podía clasificárselo como especia, le dije "no me importa lo que digas, para mí eres así como el perejil: es amarguito pero es rico... amarguito pero rico".
Vuelves a hacerme pensar en las cosas que se repelen por parecerse... ¿será por eso que a ratos se nos da por discutir y rebatirnos ideas picándonos el coco? Al fin y al cabo él es perejil y yo vainilla... amargos pero con un gustico ahí, al final, que te hace que te gusten...
Te quiero mucho pero te medio odio cuando me haces éstas cosas...juegas con mis ambivalencias, mis pensamientos y mi cabeza embotada... jajajajajajaja...
la alcachofa es una flor y se come arrancandole los pétalos uno a uno para despues quitarle los pistilos y comerte el corazón.. que al final, es dulce como la miel...
hay quienes tienen vida de alcachofa.
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