Sin grises

Te odio
Sí, a tí, bichito insignificante.
Te o-dio.

Te detesto por tu soberbia que te hace tan ignorante
y tu ego tan crecido que te hace suponer que eres superior a los demás.

Te odio.

Te odio por la supremacía de tu falsa modestia escondida tras una coraza de ego
Te auto-adulas cuando ayudas a otros.
Y de paso te crees superior a los demás.
Ja!

Eres un ser fatuo, agrandado y egoista.
Y en el fondo me das dolor... porque no eres nada.
No eres digno de amor sincero porque tú mismo te aislas, creyéndote que eres demasiado bueno para ser querible por otros.
No eres digno de los amigos que te ganas, porque los miras como seres que vienen a acompañarte... a tí, oh! rey de la luz!
Y no piensas por un momento que a tí te pusieron en el camino de ellos como ejemplo a no seguir.

Es que no vales ni para ejemplo... sino para anti-ejemplo.
Te fijas cuán poca cosa eres?

Y creo que ni mereces mi odio, sino mi más gélido desprecio.

Las gentes como tú, en este mundo, están de más. Estorban.
Son las que nos impiden avanzar, construir y hacer.

Eres un falso, un charlatán un mentiroso... de los peores de su clase: de los que se auto-engañan y se dedican a censurar a los demás.

Hasta te tomas la atribución de señalarles sus defectos! Qué envilecido!

Haces que los demás se sientan mal por los errores que cometen en sus vidas y desearían ser, por un minuto, la persona que aparentas ser: llena de sonrisas, de energía, de buenas cosas...
...Cuando eres, en realidad, un pobre ser atragantado de dolores, de angustias, de dudas, de resquemores.

Te odio porque eres un ser taimado y ruin que disfrazas de humildad al desprecio,
y de tolerancia a la lástima.

Te desprecio porque eres de los que no merecen ni un poquito de consideración de parte de nadie. Eres de los que no tienen salvación posible a menos que decidas dejar todo ese ego y avanzar.

Avanzar de verdad, sin hacerte halagos, sin hacerte cálculos de cuán mejor o peor estás, sin compararte ni contigo mismo, sino midiéndote contra tu ego enorme... buscando hacerlo desaparecer.

¿Mientras? Mereces todo el repudio, el desprecio y la ignominia de los que, como yo, te perciben así de falso y ruin.

Vete, vete de mí, vete de aquí, bichito despreciable!