Mi vida, como la de otras personas, se divide en etapas. Hay un antes y un después de ciertas cosas. Habrá quien tenga un antes y un después de la muerte de su abuelito. Como también habrá quien tenga un antes y un después del nacimiento de su sobrino. O un antes y un después de su primer vehículo. O un antes y un después de su cristianismo. En mí hay un antes y un después de mi vegetarianismo.
Hasta hace 3 años, o poco más, yo era lo que se conoce como "carnívora". Nunca fui amante de las carnes rojas pero de vez en cuando las comía. Era más proclive a las carnes blancas y, ciertamente, los embutidos me embriagaban. Mis opiniones sobre embutidos eran casi de "connaisseur" para mi familia. Así era yo hasta hace unos 3 años, o poco más.
Luego de ciertas cosas que no vienen al caso, y de algún evento de tipo absurdo para algunos, irrelevante para casi todos salvo para mí, hice un curso de reiki y luego de completar el segundo nivel, en cuestión de días, por la razón que quieran ponerle, mi sistema digestivo se negó a digerir carnes... nunca más.
He allí que comencé un nuevo ciclo, en materia digestiva, en mi vida. No renuncié ni a la leche, ni a los quesos ni a los huevos... ¿quién tiene moral para perderse un fondue? ¿Cómo se renuncia a los gratinados? ¿A qué servirá evitarse los placeres de un tazón de cereal con leche? Olvídenlo, me falta mucho para evolucionar hasta el punto de abandonar mi hedo-sibaritismo.
Así las cosas, para ir a los restaurantes, congresos, conferencias y sitios a los que debo ir y alguien habrá de prepararme algo de comer, digo que soy "vegetariana ovo-láctea". Lo cual no implica que sea comprendido, ni hablar de "captado" por quienes me rodean.
Es por esto que he decidido hacer un pequeñísimo pero muy útil manual para todos aquellos que puedan llegar a tropezarse con mi blog:
1- Me dijo "no-sé-qué-cosa vegetariana". Cualquiera que diga "vegetariano" al momento de discutir sus opciones de alimentación, es un ser que no consume carnes. De ningún tipo. Ni como aliñito de la sopita. Para evitarse "meter las patas" con algunos vegetarianos más radicales, pregúnteles si acaso comen grasas animales o productos derivados de animales... saldrá ganando.
2- No es no: "Carnes no" es igual a "carnes no". No insista, yo no le obligo a nada. Yo le dejo comer sus "muertos" (=carnes) y "embalsamados(=embutidos)" y usted me deja comer lo que yo quiera. Ya verá que somos democráticamente felices...
3- Más se perdió en la guerra. A veces no comemos carnes porque nos hacen mucho daño. A veces no comemos carne por ética. En otras no comemos carnes por llevarle la contraria al mundo. A veces no comemos carnes porque no tenemos el gusto que se requiere para ello. Así que no ponga cara de tragedia o angustia ni lamente la decisión de alguien de ser vegetariano como si fuera tragedia nacional. A menos que sea el chef de la cocina y tenga serios problemas con la posibilidad de resolver "para ahorita ya" un plato de tipo vegetariano, relájese. Puede hasta resultar interesante.
4- El vegetarianismo es más que berenjenas, tomates, brócolis y champignones. Esta queja va directamente a los restaurantes: entiendo que las estaciones afectan la elaboración del menú. Entiendo que el proveedor y la disponibilidad de productos afectan la elaboración del menú. Entiendo que más por amabilidad que por otra cosa, algunos restaurantes ponen un par de opciones "sin muertos ni embalsamados" en sus menús... pero, por favor, piensen por un momento en un país entero en el que las opciones para carnívoros consistan en pavo y pollo ¿Y no hay un bifecito? ¿Cómo me quito el antojo de un pato? ¿En qué cabeza cabe que no me puedo comer una piernita de cordero? ¿Será posible, ni un lechoncito?!! Señores, no es condición sinequanon, pero un buen restaurante será aquel que empiece a considerar a todos sus clientes de igual manera: cambien del menú los platos "no carnívoros" regularmente y varíen los ingredientes: soy una experta en pastas filetto, pastas con brocoli, pastas con champignones y brócolis y risottos funghi, risottos primavera o ensaladas mixtas, de brócoli o de brócolis con tomates y champignones.
5- El vegetariano NO es amigo de los racionamientos de alimentos. En casas de amigos o en restaurantes me he encontrado con lo mismo: hay platos para mi dieta... en porciones 2XS. Soy comelona, del tipo L en materia de ingesta alimenticia. Tener que conformarme con una "muestra médica" de productos que se digieren en la mitad del tiempo de lo que toma digerir un bifé concurrirá, inevitablemente, en un arranque de malas pulgas por hambre al cabo de hora y media o tres cuartos de hora... lo que la digestión dictamine primero. ¡Y no se queje, por favor, porque es peor!
6- El vegetariano no es obeso. No sé quién sembró esa semilla en la cabeza de nadie, pero casi todo el mundo asume que mi delgadez se debe al vegetarianismo. He tenido la dicha de comer con 6 vegetarianos y puedo jurarles que mi delgadez es tan inusual en el mundo vegetariano como en el mundo carnívoro. Soy delgada por mi metabolismo: en función del número de calorías/día que consumo, dicho por mis amigos, debería rodar por la vida...
7- El vegetariano come, no discute nutrición en la mesa. Es cierto, el vegetariano sabe más de nutrición (por regla general, al menos con los que me junto) que el resto de los carnívoros que asumen que la carne es una panacea alimenticia. Pero, por favor, por respeto propio, no haga de la comida o la sobremesa un debate sobre la visión suya de "balanceado" en materia alimenticia. Tengo 3 años y un poco más de vegetarianismo y no tengo carencias de hierro, mi hemoglobina es elevada, no tengo problemas de azúcares, triglicéridos ni colesterol, mis glóbulos rojos y blancos están en los valores normales y gozo de muy buena vista y una vida armónica y plena. El todo sin consumir proteinas (derivadas de la leche y los huevos, no se incluye proteinas vegetales) más de 2 veces por semana. No tengo nada que enseñarle de nutrición si usted no quiere aprender de mí pero, ciertamente, yo no tengo nada que aprender de usted.
8-No haga insinuaciones o comentarios escatológicos en la mesa. Es de muy mala educación, en caso de que no se lo enseñaran en su casa, y no resulta agradable a las personas que tenemos la visual desarrollada. Darwin postuló, entre sus teorías, que lo que no se usaba en los organismos vivos se atrofiaba. De igual modo, lo que resulta útil para la especie, se desarrolla por su uso. Así las cosas, no hay nada que temer: mi organismo digiere los granos, las verduras, las legumbre, las coles, los brócolis y los repollos de maneras que usted envidiaría. Ergo, no me pregunte por mi número de flatos diarios. Es poco elegante, tratándose de conversaciones para tener con una dama y no es asunto que le incumba.
9- Una papaya es una papaya, es una papaya. Así como usted y otros carnívoros, los vegetarianos tenemos alimentos que nos gustan y alimentos que no nos gustan. El olor de las papayas me da naúseas. Las guanábanas, por su textura, me repugnan. Los bananos ni me van ni me vienen. En general tolero bastante bien casi todo pero tengo picos de amor y picos de odio. Muero o mato por un plato de cualquier cosa con ajo. La cebolla me encanta, la uso a rabiar. Las fresas me encantan... si no me vigilan, me acabo una caja de 3 kilos en una sentada. Las tunas no me interesan. Los nísperos son muy empalagantes y prefiero los cítricos... Así que no me mire como bicho raro cuando en el restaurante, de las 2 opciones que me presentan, le digo que "será X plato porque Y plato no me gusta por tener Z ingediente". Soy humana... y sí, soy mañosa para comer, con muy pocas cosas soy mañosa, pero lo soy, igual que usted.
10- No trate de mentirme, reconozco sabores. Si por casualidad hoy preparó lentejas usando la receta de su abuela (patica de cochino y salchichita incluidas) pensando que así se salvaba de cocinar para su amigo vegetariano, hágale un favor: confiésele que no cocinó para él sino para usted y déjelo que traiga su comida. No le mienta, no le diga que eso que él dice de que las lentejas le saben a cerdo es mentira. Usted reconoce cuándo le echaron ginebra y no whiskey en el trago, ¿cierto? Los vegetarianos reconocemos sabores. No sea malvado con nosotros... y no se haga el listo. Asumimos que no somos fáciles de complacer y estamos dispuestos a prepararnos cualquier cosita para ir a comer en su casa con tal de no molestarle de más. Si nos quiere, quiéranos bien...
Lamento haber herido la sensibilidad de algunos: menos es más. En este caso, menos ignorancia es más luz. Menos rodeos es más información. Menos adornos es más directo. Hoy se me mezcló el zen y el wabi-sabi con 3 indignaciones respecto a presupuestos vegetarianos al salir a comer en un restaurant. Y no pregunte más, porque si empiezo, no termino. En tres años conozco más cuentos... que lo que podría resultar saludable o tolerable para la vida cibernaútica de este blog.
2 comentarios:
Jajaja, sentí que lo escribía yo (sin tanto talento. Felicitaciones por tanta lucidez!
Pilar (de Argentina)
Las paticas de cerdo o cualquier animal de cuatro patas en las sopas (que no tienen carne, según dicen quienes las preparan) es un clásico. También lo son los trozos de embutidos metidos en la sopa (que no tiene carne). Y ni hablar cuando se aparece un pedazo de jamón navegando por ahí... La que cocinó, la empleada, vendedora de empanadas o lo que sea pone cara de idiota y dice: "no es carne, es jamón". Este manual bien se puede extender.
Saludos.
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