Se me desmayan los dedos, se me anula la calma y se me antojan asustadizas las horas que pasan; creo que tienen miedo de abandonar mi reloj.
Así, se me acumulan en la mesa los recuerdos, se me enredan entre los dedos las angustias y me oprimen el pecho las ansiedades.
Hoy necesito salir a bailar, a comer, a beber. A bailar la danza de mi corazón, a comer estrellas y beberme los sueños que abandoné. A recapitular mis horrores, exorcisar mis penas y enterrar mis demonios: necesito seguir adelante, aceptar que fuiste un escalón más hacia la cumbre y que tus rencores quedarán carbonizados y sepultos en los arcones de tu olvido... no me los voy a incorporar a mi memoria, no te creas...
Y al necio que te antecedió y al tonto anterior a él, habrá de sobrevenirles la ignominia de mi olvido.
Sí, porque cada vez que los quiera mentar, cada vez que a mi mente quieran asaltar, sadrá un buque de sabiduría y con paciencia, los veré disolverse en tiras de papeles que enrrollaré hasta dejarlos sin voz ni presencia en mi memoria.
Porque he de poder cantar y bailar las palabras que me nazcan desde el diafragma y la música que salga de mi corazón.
Eres el último de una especie que he declarado en peligro de extinción... con un poco de suerte!
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