Dímelo chiquito aquí, al oído...
Dímelo, por favor, sin ningún tipo de timidez.
Dime, dime qué sientes, qué te atrapa, que te atraganta.
Dime, pequeño, qué late en tu alma...
Porque mi corazón siente que en tu boca se ha hecho un nudo de palabras y algo no te deja soltarlas... y, sin embargo, tan fácil resultaría sentarte a tejer con una palabra y otra un mantel de ideas sobre el cual podremos tener una tarde de picnic a la sombra de nuestra tranquilidad.
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