11 may 2010

La resaca de mi mente

Un momento sereno
desprendido del tiempo
tu mirada de fuego
encendida en mi mar

(...)

Medianoche en mi mente
desde todos los siglos
mediodía en tu alma
que gritaba calor

(...)

Y una música blanca
que volaba en la arena (...)


Así fue nuestro amor. Mocedades.

Querido tú,

A veces las cosas nos caen en el momento en que menos lo pensamos. Cuando menos lo esperamos. Las mejores cosas, quiero decir.

Esta canción me gusta desde siempre. La oía de niña-adolescente y me encantaba.

Hoy, luego de más de seis años sin escucharla, la quise cantar y a saltos lo hice... pero por mucho que lo analice, aún no sé qué me sacó las lágrimas cuando la escuché. y la oí tres veces seguidas ya.

¿Será que, en el fondo, me habla desde el subconsciente? Ese trozo de mí que se conecta con mi alma. Esa que, a ratos, me da bastonazos para llevarme a donde y por donde mejor convenga a los planes que el cielo ha dibujado para mí. ¿Será así?

¿Será que así fue el amor que mejor recuerda mi inconsciente? Ese pedazo de mí que guarda todo en sobres, cajitas y armarios de recuerdos e información de mí ahora, en mis muchas vidas de esta vida, y de los momentos más importantes de las vidas que viví antes.

¿Será que así hemos de ser, amor, cuando por fin nos alcancemos en ese cielo lejano y esa tierra caliente? Porque no me resigno a no tenerte, a no saber de tí: a mí me pusieron a buscarte porque sé que tú también habrás de rastrearme y, nuevamente, nos juntaremos tras tantas búsquedas y tantos hallazgos en distintas formas, en diferentes épocas, en otros cuerpos y esta misma alma que, envejecida y crecida aún no llega a sabia y sigue, neciamente, elevando los ojos al cielo, escuchando, respirando por la piel y sintiendo por la boca las muchas señales que me hagan llegar más cerca de tí... aunque me dé sustos y salte dando respingos.

¿Será así, amor? No sé, francamente, cómo explicar lo que me hace sentir esta canción, como nunca la sentí aunque siempre la amé. Y sí, me puedes dar tu más sincera opinión: sé que a tí mis pavadas del cielo, del alma y mis menudencias espirituales te dan risa cínica. Quizás, en el fondo, hasta te enternecen porque te parezco ingenua.

Pero de esa ingenuidad tengo mares y océanos. Y es ese agua la que lleva la vida que habrá de conseguir calor al fuego del sol, aliento con un soplo de viento, agilidad ante un cielo infinito y correrá por esa tierra cálida que albergará esa casa infinita, ese pedazo de gloria de ese amor que de nosotros fue y a nosotros volverá.

¿Será? Sólo es asunto de tenerle fe, me parece. Si ya fue, ha de volver a ser...

Siempre tuya,

La resaca de mi mente.

2 comentarios:

Xabo Martínez dijo...

A veces las cosas.

lo he leido. Y releido. Me sorprende por dos cosas, el tono intimo, sincero. Y por otro (por razones que no viene al caso mencionar) me es entrañable por la situacion, y pensandolo mejor, ¿quien no ha tenido un momento asi?, de extrañar lo que se ha ido, - lo que no debio irse ido- y rescatarlo, por medio de una llave, en este caso la cancion que le antecede, y que en una suerte de efecto mariposa puede traernos ese algo que nos hace falta, como que se llevaron algo nuestro, algo de lo que eramos entonces, y que ahora no esta. Y que necesitamos.

Saludos.

Lulu dijo...

GAB:

A veces, mi señor, esas cosas...
... las idas a disgusto, las que a disgusto dejamos ir, las que se quedan cuando pasó la nostalgia y el disgusto...

... y las que necesitamos y con disgusto admitimos que así es.

Saluditos!