23 mar 2010

Un beso con abrazo desde los muslos


Me desperté sabiendo que no estarías.

Eres como el aire y tienes la capacidad de sublimarme con cosas tan imperceptibles como tu música y algún comentario fortuito. Menudencias que son casi nada.

No esperas menos de mí y sabes que resultaré ser más. Como el vino tinto que modestamente reposa en la copa esperando que lo agites para olfatearlo, lo inclines para probarlo y te lo disfrutes hasta las consecuencias de beberlo tan imprudentemente como lo hiciste, sólo porque sabía bien.

Tanteando la cama a mi disposición, sabiendo que era toda mía a pesar de haber sido nuestra, me tropecé con una nota que me hubieras dejado. Un momento de lujuria al marcharte. Se me ocurrió pensar que fue, incluso, una tarea frustrada de tus labios:

"Un beso... con abrazo desde los muslos".

Y volvieron a mi mente tantos recuerdos de noches con música compartida, de silencios conversados, de besos y abrazos...

Y nunca fue, ninguno de ellos, como éste en esa nota...

Volvieron entonces, a mis caprichos, las ganas de que me hicieras la responsable de tu borrachera exquisita. Esa que me sublima con cosas imperceptibles, como al vino lo sublima el cristal en que se lo sirve, la compañía con que se lo bebe y algún pedacito de nada que suele ser tan etéreo como el aire.

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