3 ene 2010

"Cuando yacía en el hospital, con un hoyo en el centro de mi humanidad..."
Jake Sully. Avatar.

Nunca me había hecho la pregunta, pero alguien alguna vez sí se la hizo en voz alta: "Será cierto eso que dicen de los miembros fantasma? ¿Seguirá sintiendo aquel hombre su no-pierna?"

Tal parece, según dicen lso médicos, que es un hecho cierto. No estamos acostumbrados a no sentir y no ver partes de nuestro cuerpo que estuvieron allí "desde siempre". Luego de un tiempo, depende de cada paciente, la amputación física de una parte del cuerpo es aceptada psicológicamente y la persona deja, en efecto, de "sentirla" aún cuando no esté.

Basta de angustias mentales sobre hechos inexplorados por mí y explicaciones médico-psicológicas correctas. Vamos al grano: ¿puede una persona dejar de sentir lo que no le han amputado y volver a sentirlo merced otro que se lo haga saber?

Ese es el caso del protagonista de la nueva película de James Cameron, Avatar. Jake Sully, un ex-marine, se convirtió en "veterano" a una edad temprana porque quedó paralizado de la cintura para abajo. Su mundo gira a la velocidad que le dan sus brazos para mover su silla de ruedas y su visual cambia drásticamente de perspectiva: vuelve a tener el panorama de un niño de unos ocho años.

Pero, y gracias a su avatar en esa "vida paralela" como Omaticaya, Sully vuelve a verse congraciado con sus terminaciones nerviosas que mueven, impulsan y controlan dos hermosas y fuertes piernas rematadas en dos fuertes y sensibles pies. Podríamos decir que "renació" a su vida sensorial pre-parálisis de las piernas.





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