30 jul 2009

Paginas matinales. Dia seis

Vienna propone en su blog un ejercicio que me pareció simpatiquísimo: por una semana, cada mañana, escribir 3 páginas de lo que sea. Como sea. Luego de la semana, detectar un tema recurrente, inventar unos personajes y escribir una historia.

Hoy es el sexto día de mi semana. Los invito a hacer el ejercicio. Si quieren saber más, o quieren hacer otro ejercicio, vayan a su blog!

Paginas matinales. Dia seis

En el mar yace una "yo" que espera ser descubierta. El mar. Lo yin. El agua, lo conducente. Allí yace mi yo desde siempre. A ese lecho hubo de volver luego de salir en un intento de suicidio bien consumado. No planificado, pero sí exitoso. A ese lecho hube de volver para no morir justo cuando empecé a sentir que afuera, sin agua, no podría vivir. Sigo en el agua, sigo allí. Pero estoy escondida hasta para mí.

Compárome con una sepia. Un calamar. Algo se me acercó mucho y me deshice escupiendo tinta. Sigo escupiendo tinta. Me hice una experta escupiéndola y derivando en oleadas de tinta todos mis miedos. Nadie sabe hacia dónde me fui ni con qué velocidad me desapercí. Todos están o sorprendidos, o molestos, o fascinados o irritados. Pero nadie se ha propuesto ver si en medio de la nube de tinta sigo yo.

Y sí, en efecto, sigo allí. En medio de un charco de tinta. En el mar donde resido. Allí, en el marco referencial de donde todos venimos y a donde todos volvemos no una, sino mil y una veces: la madre, el agua. Allí, en donde toda forma de vida hubo de alojarse mientras era un boceto protozoárico de sí y luego, cuando pudo especializarse, definirse e impulsarse, sacó patas, generó branquias, aletas, agallas, narices y salió a la tierra.

La naturaleza del mar es albergarnos mientras somos seres indefensos e improbables. Cuando somos bocetos de nosotros mismos. La naturaleza de nosotros, las formas de vida que de la mar se derivan es salir. Mientras pugnamos por salir, la mar siempre nos quiere retener. La mar. Bien que he hecho en darle ese nombre. Es que, como bien lo saben los marinos, la mar es una mujer. Una mujer adulta y fecunda. Fecundada y generosa. La mar atrapa con fuerza y retiene con ternura porque es como todas las mujere adultas, fecundas pero ya fecundadas y generosas: una madre.

De la mar salí, a la mar volví. En la mar estoy y de ella pretendo salir. Ella, generosa, me retiene por saberme improbable. Desbordo sal furiosamente por los cuatro costados, en altísimas concentraciones. Soy sal, agua y tinta mal empleadas por un desbalance que me hace escupir, protectivamente, autoprotectivamente, tinta a todo el que yo intuya, sospeche o perciba como potencial enemigo. Como agente intimidante. Como ser intrusivo en mi perfecta zona de seguridad.

He empezado el camino irreversible hacia una moderación en mi uso de la tinta. He empezado a buscar mi centro como sepia. Mi balance. Antes de escupir tinta, puedo saber qué sitios serán más seguros para mí. Puedo saber cómo escabullirme velozmente antes de que me quieran hacer daño. Puedo saber quién quiere, o no, hacerme daño.

Soy, esencialmente, una buena y linda sepia. Sólo estoy desbordada de nervios y ansiedades. Algo me hizo cosas y me quedé sensibilizada. Neurotizada. Tengo el acuario, donde estoy recibiendo tratamiento para hacerme una sepia normal otra vez, repleto de tinta y no me veo ni yo misma. Por si acaso, como no veo si alguien quiere meter la mano para hurgarme, arrojo más tinta. Y por si acaso a alguien no se le hubiera ocurrido meter la mano pero esté acariciando la idea de meterse en mi acuario, le arrojo más tinta para que sepa que, pescarme, en este acuario negro, si yo no lo dejo hacerlo, le va a resultar poco menos que improbable: imposible.

Lo que pasa es que, en mi furia, me he dado cuenta que he desbordado mis niveles de producción de tinta al punto que sé que soy victima de mi propios mecanismos de defensa: me paso la mayor parte del día en el fondo de mi acuario porque, orientarme en este mar de tinta, es imposible. Eso sí, como estoy intoxicada de tinta, he dejado de producirla. Me desgasto menos. Me recupero porque tengo energías para producir tinta y moverme sin mayor obstáculo o enemigo cercano. Estoy en el mar, protegida, cercada. Por los momentos me resulta necesario, conveniente y adecuado. El científico loco que me trata piensa que es ya un avance el que yo solita haya decidido dejar de producir nubes de tinta. Si él lo dice, habré de creerle.

Mientras, la mar, que me mira desde el otro lado de ese estanque en el que estoy aislada mientras me curan la neurótica superproducción de tinta, me hace un guiño con el ojo como diciéndome que pronto estaré de vuelta a sus aguas enormes y vastas, con otras sepias.

La idea, por los momentos no me place. No quiero que nadie se me acerque ni un poquito para que no me molesten. Pero la mar me ve como lo que siempre fui: un alegre bivalvo juguetón, flexible y torpedero, ávido de información y de juegos, curioso e inquieto. Yo casi tengo miedo de insinuarme en mi ex-yo no sea que me vuelvan a hacer cosas malas que me irriten y me hagan escupir tinta para protegerme mientras huyo. No más tinta. No quiero seguir escupiendo tinta. Me estoy haciendo daño con eso. Pero no quiero que me dañen. No quiero más daños. No sé cuál es el punto medio. Quiero escaparme de mí y huir lejos... desdoblarme para irme lejos de este acuario. Pero necesito mi tinta para protegerme. Y el agua de mi mar para vivir.

Es atroz lo que estoy experimentando. Supongo que antes de esto no podía haber ido a ningún lado. Era una sepia más, un poco enloquecida, que escupía tinta a ratos. Pero todo ha ido de mal en peor y me hice notar hasta por el poco ojo avisor de los científicos.

Y ahora estoy en el laboratorio de este biólogo conductista, científico explorador, que quiere hacerme una sepia sana. No sé por qué carajos la agarró conmigo. Se lo agradezco porque no he tenido que seguir escupiendo tinta luego de que hasta yo me ahogué en ella. Pero no sé qué me vió para decidirse a atacarme a mí.

Creo que fue la mar la que le hizo guiños para que me rescatara. Ella quiere que su pequeño bivalvo enloquecido vuelva a ser un torpedero flexible, curioso y enérgico. No un neurótico, abúlico y desequilibrado bichito que todo lo niega tras una cortina de negrura en la que se protege y se resguarda.

No sé, pareciera que todo sería mejor si me dejara tratar. No estoy muy convencida de la factibilidad de lograrlo. No al cien por ciento, pues. No sé qué tan bueno pueda ser volver a creerme invencible y, de paso, olvidarme de mi cortina de negra protección. Pero estoy dispuesta a darle una oportunidad al científico loco que decidió dedicarme un ratito de atención.

Al fin y al cabo, volver a la mar, mostrarle cómo he sanado de mi locura, mostrarle que algo aprendí y ahora saber cómo emplearlo... algo que sólo empieza a esbozarse en mi persona, mostrarle mis autoconocimientos adquiridos, me va a dar gusto. Quizás la mar, entonces, convencida de mis mejoras, decida llevarme a otros sitios, otros parajes, otros mares, otros océanos.

Pinta interesante. Quizás porque mi curiosidad nunca murió del todo, es que le estoy dando una oportunidad a este romántico de las ciencias y esa infinita fuente de sabiduría que es mi guía mientras sólo sea un boceto garabateado de mí.

5 comentarios:

Vienna dijo...

Me encanta la metáfora de 'escupir tinta', de la sepia y el calamar. ¿Son estas tus últimas páginas matinales?

Lulu dijo...

Vienna: Bueno, creí que era una semana de ejercicio... pensaba hacer una última página que sea la número siete.

Y la metáfora de la tinta... me gustó a mi también! Es como humanizarla, si no puede escupir palabras, porque es sepia... pues que escupa tinta! ;)

Saluditos...

Vienna dijo...

Sí, sí, queda un día y luego la historia. Yo sigo con mis páginas matinales. Las he ido escribiendo cada día durante un mes. ¿Crees que tu contenido o forma serían algo diferentes si no las escribieras con intención de publicarlas? ¿Crees que al publicarlas se ejerce algún tipo de censura inconsciente? Si te apetece, podrías seguir haciéndolas después de esta semana, pero destruyendo tus páginas después de haberlas escrito. Quedándote sólo con las ideas. Esto es lo que hago yo y la verdad ha ayudado enormemente a mi creatividad. ¿Qué te parece la idea? Ya tengo ganas de leer la historia que va a salir de todo esto.

Saludos

Lulu dijo...

Oye, Vienna... qué buenísima idea!!
Lo del mes de páginas matinales me emociona... y lo de destruirlas luego de escribirlas y quedarme sólo con las ideas, me parece fantástico!

Ahora, escritas a máquina o a mano? He allí una diferencia para mí...

El hecho de publicarlas, creo, de alguna forma podría influir pero no ha sido mi caso. He escrito lo que me da la gana y no me había dado cuenta hasta que "el Sr Perejil" me ocmentó en un chat lo que pensaba de la comparación que de mí hicieron con la vainilla.

En ese momento, su comentario socarrón y atorrante me puso en una posición incómoda porque me sentí parcialmente vulnerable. Parcialmente porque a mí la definición de vainilla no me satisfizo. Lianka después comentó que la vainilla era puro olor, de sabor amargo.

No sé hasta que punto los distintos comentarios que he recibido puedan influir en la selección de las ideas principales y secundarias de la historia que se viene. Y tampoco sé si me bastará con una sola... o si será mejor hacer dos o tres, porque veo varias ideas por ahí y englobarlas en una sola va a derivar en algo digno de psicoanálisis... jajajajaja...

Tengo varias opciones: varias historias con varias ideas. Una sola que englobe todas las ideas. Esa va a quedar un poco alucinante.

Ya veremos qué sale, qué queda y qué me place. Te juro que también quiero ver qué va a salir de esta semana! Jajajajajaja...

Pero me pego en el reto del mes de páginas matinales. Arranco en lo que termine con esta ;)

Un abrazote!!!

Vienna dijo...

¡Genial! De hecho, he escrito un nuevo post con la sugerencia. También como espacio para comentar aspectos del proceso de nuestra escritura de las Páginas. Te pongo el enlace:

http://writefictioninspanish.blogspot.com/2009/07/paginas-matinales-el-proceso.html

Hasta pronto.

V.