"La noche está triste y yo solo quiero que me deje en paz,
que me deje en paz, leré,
que me deje en paz,
que a mí la noche me ciega
y tengo que estar despierta pa caminar. (....)
Que los cariños se secan como al Lorenzo la enredadera,
que se marchitan las plantas
y se me ha roto la regadera."
Bulerias de la noche triste. Quinto parpadeo.
En una fonda la encontré.
-Loj amorej se mueren, laj ilusiones se rompen, laj cosas pueden salíse 'e control cuando laj mirá no miran al otro sino lo que uno quiere creer que ve en el otro ¿Tú me entiendej?
No dije nada, sólo la ví fijo a los ojos. Ella, con la cara rayada por la tristeza y el hastío, me devolvió la mirada y creyó que yo le decía que sí. Se echó un jalón a su cigarrillo peculiar y siguió con ese acento andaluz que me campanilelaba en las orejas.
-A veces, sólo quiero que me deje en pá', que si cierro los ojos, pueda yo respirá y sonreí. Y cuando cierro los ojos tengo una tristeza... pero una tristeza... que siento que nada me la puede consolá. Y yo solo quiero que me deje en pá'. ¿Es mu dificil eso? Un poco de pá, 'ar favó! Es que toó se me ha ejbarrancao en estos días, ej que me he peleao con mi familia, ej que me he líado con mi mijma... hajta con mi gato me he peleao! Er pobre bichillo ni sabe qué coño me pasa. Y este ni sabe apreciá lo que le doy ni sabe darme lo único que quiero pa' mí: un poquillo 'e pá'.
Seguí mirándola fijo. Estas rondas nocturnas, estas visitas a los bares y fondas que me gustan, últimamente, me están dando pie para conseguirme unos personajes, y unas historias tan densas... voy a terminar por dejar los vinos y las rondas nocturnas para iluminarme las musas. Me las están matando a escobazos estas cosas. Se volteó a darle otro jalón a su cigarrillo. Sin despegar los ojos de su vaso que ya no bebía, siguió hablando con sus ojos pegostosos y su voz hecha un quejío de una cantaora:
- Tengo que está conciente de mí. Tengo que sabé lo que yo quiero pa mí. Y pa mí no quiero ná' que me haga í pá-bajo. Pá arriba quiero í yo, ¿no ej mejó así?! Y por eso ej que ejtoy aquí, porque no lo quiero ve ya, porque no quiero está con suj antojos. Pero sin él no pueo está tampoco. De golpe lo extraño. De golpe lo odio. ¿Seré masoquista?
Allí me agarré al bate y a mi vino. Esta vez sí esperaba respuesta... me miraba con unos ojos a media luz que lucían enormes y anhelantes. Estas cosas que sólo me pasan a mí, Dra. Corazón en una fonda española. Carajo!
-A veces lo más fácil es cedé a los caprichos del otro. Y luego uno se esnuca en el resbalón. A veces es más fácil hacé lo que a uno le gusta y luego resulta que uno perdió una oportunidad de oro. Pero a veces sale mejor librado el que zafa a tiempo: "más vale aquí corrió..." ¿Sabes, no?
Asintió y siguió callada, viéndome espectante, como si yo fuera a seguir el discurso. Agarré mi copa y me largué un trago. Seguía viéndome, esperando la continuación. Para ella yo tenía más sabiduría y sólo me estaba refrescando la garganta...
- Es que el que no arriesga ni gana ni pierde. Si ya te arriesgaste a amarlo y no te resultó, qué coño pierdes con no amarlo por un tiempo? Si pierdes, sabrás que el masoquismo no es masoquismo... sino un obstáculo. Si ganas, te quedas contigo pa' tí solita, pa' ir pa' rriba, pa' ve la luz de otros cielos.
Allí se me quedó viendo con una cara de comprensión total. Su ceja subió: le había gustado la idea. Agarró su trago que había abandonado antes... de que yo llegara. Se tomo un sorbo y cerró los ojos: el licor le quemó al pasar por su garganta, seguramente. Se aclaró la aspera garganta y su voz, ahora áspera como la lija, dijo:
-Tiené razón, guapa. Mucha razón. Que se vaya a llorá, el cariño se me murió como se mueren laj hortensias y laj parras y laj higueras: de a poquitos y bajo los ojos de tóos.
Agarró su trago y se lo bebió de un golpe. Volteó su cara a su lado derecho y sólo ví su melena. Sé que su cara tenía un gesto de enojo con el ardor que le producía la bebida. Se aclaró en un carraspeo la garganta. Se enderezó en el taburete, miró a la tarima, se volteó al barman y dijo con una voz segura, fuerte y áspera como el asfalto:
-Anda, Vicentico, échame otro sorbito pa' refrescame la garganta. Voy a celebrá que he decidío salí corriendo pa salvá mi pellejo. Voy a celebrá que he decidió salvame a mí porque si no me salvo yo, máj nadie lo hará. Voy a celebrá que me acabo de da cuenta que sé decí no y manteneme allí, lidiando al toro, pa subí a la gloria de los valientes. Pero un poquito más, coño, que estoy celebrando que la noche está triste y el cariño se me secó pero estoy más llena de savia que un peral en verano!
Al fondo se oía el leré leré de un cante y un baile flamenco. Seguí sorbiendo mi vino como quien se bebe a la sangre del mundo. Las cosas que a uno le pasan por amar los buenos vinos, las buenas picadas y los buenos cantes de un flamenco que se desvanece en un llanto...
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