Paseando por un claro de luz en mi cama me quedo pensando en lo que pasó, no ha pasado y pasará aquí. Más tarde, más allá de aquí y ahora.
Veo mi mano acariciando las sábanas de algodón, mis piernas cubiertas por un velo de perfumada crema, veo mis pantuflas a un lado de la cama y el piso, finalmente.
Respiro y se mezclan varias fragancias en mi cabeza: el bouquet de la crema de mis piernas, el olor de las sábanas, el incienso penetrante que casi apaga todos los demás olores: insolente y soberbio.
Me estiro con beneplácito y satisfacción. De un lado a otro doy vueltas en la cama mientras siento como cada músculo se va estirando. Procuro prestar atención, sentir, recordar, descubrir músculos en mi anatomía.
Siento mi mano ir a deambular por mi cabeza, paseando entre los cabellos mientras mis pies se arquean para estirar hasta el último y más pequeño músculo que los compone. Siento que mis piernas se enrrollan y atan en las cobijas de mi cama. Ordeno mi peinado, costumbre arraigada.
Enciendo la lamparita al lado de mi cama, tomo mi libro de cabecera ahora mismo: El vagón de las mujeres, de Anita Nair, y abro la página marcada. Me cubro con las cobijas y resuelvo esperar a que el sueño me venza o la historia me suelte, lo que ocurra primero.
Antes de cerrar los ojos, apago la lamparita y me doy vuelta para acomodar la cabeza en la almohada. Este es el gesto que precede al sueño, el que cierra mi pequeño ritual cotidiano para ir a dormir....
2 comentarios:
todos deberiamos tener un ritual para ir a dormir.
Todo un despliegue de los compromisos ineludibles con la vida...es el ritual de cada anochecer o de cada mañana, sobre todo cuando todo nos sonríe y tenemos la conciencia de no haber hecho daño a nadie, de que todo está en orden...entonces podemos contar todos y cada uno de nuestros músculos al estirarnos voluptuosamente sobre la cama...que duermas bien y que sueñes con los angelitos...un abrazo desde la vieja españa de azpeitia
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