5 oct 2009

Hoy, a tí, te propongo...

Me quedé pensando en lo que me dijiste...

Quizás ese sea mi defecto más grande: pienso mucho, sobre muchas cosas. Hay dos vueltas de tornillo en mi cabeza por cada frase que pronuncio, por cada idea que propongo, por cada comentario que hago.

Y por lo menos una de las dos vueltas se te escapa. Al mundo entero se le escapa. A algunos se les escapan las dos. A otros les da para inferir que hubo alguna. Creo que sólo yo me entiendo. Vivo tratando de simplificar mi mundo para los demás... y cuando no lo hago, nadie me entiende.

Pero no lo puedo evitar. No sé por qué, pero así soy. Debería corregir eso, o hacer los ajustes correspondientes. Pero no sé la técnica, no aún.

Y me quedé pensando en lo que me dijiste. En todo lo que me dijiste.

En que no tocarías más que algunos temas relacionados con banalidades. Me quedé pensando en que sientes que te regaño o que te doy un porrazo, o que me "complico", cuando en realidad para mí no es una complicación: es la manera natural y más directa de ver las cosas... o la que más me gusta y me satisface.

Y te molestas sin yo poder entender.

Allí se me escaparon las dos vueltas de tornillo de tu cerebro a mí. Sé que a tu vista hice algo que no era correcto, o usé palabras que para tí sonaban muy fuertes... o no me expliqué suficiente y soné arrogante o soberbia. No lo sé, pero para mí eran lo más sencillo, lo más directo, en el razonamiento menos complicado. Sino, créeme, no lo habría dicho así. No contigo.

Me atormenta tener todo atragantado y no poder decírtelo.

Bobadas mías. Sí puedo decírtelo. Pero no sé si la manera en que te lo diga te haga daño. No sé cómo hablarte, ese es el problema. Sé qué decirte, pero no cómo decírtelo. No sé la técnica aún. Y decírtelo, quizás, tampoco sirva de mucho: siempre nos interrumpe alguna mota de cotidianidad, algún ruido, algún pensamiento rasante que cruza veloz por el paso de peatones de la calle de tus ideas y mis ideas a exponer... y nos desordena el tráfico mental de posturas. Entonces mejor por escrito. Pareciera que soy mejor escribiendo que hablando.

Siento que crecemos por separado. Tú por tu lado. Yo por el mío. Eso, cada vez que yo hablo y no te logro comunicar lo que opino.

Y, realmente, es lo que siento, hay un pedazo grande de tí que vive en mí. Y un pedacito de mí que tú adivinas en tí. Entonces sí, hay una comunicación. Es esa que va más allá de los dichos, de los oidos, de los pronunciados y los inferidos. Es ese pedacito donde "sé" y "sabes" si estoy bien, o mal, u ofuscada, o confundida, o desbordada de contento, o pre-espasmo emocional. O al revés, contigo, desde mi pellejo.

Es a ese lado, creo, al que deberíamos apelar más.

Ese lado que no distingue entre tu edad y la mía. Que no sabe poner jerarquías, que no siente diferencias. Ese ladito que nos une, nos disuelve, nos amalgama. Que nos hace ser más. Que nos hace levar, como a la masa del pan. Ese ladito donde no hay los "te crees más"... o "me tomas por menos"... o "me desprecias porque yo soy..." o "claro, como eres tal cosa... te crees cual otra..."

Ese pedacito que carece de "ego". De "yo", "mi", "me", "conmigo", y "a partir de mí". El pedacito que siempre te dice "ya va, ponte en sus pies..."

Quiero llegarte, quiero contarte, quiero decirte, quiero expresarte. Quiero cantarte, hacerte reir, emocionarte hasta lo más profundo... y a veces no sólo no lo logro, sino que parece que me expreso de forma contraria. O no me hago cercana a tus palabras, a tus ideas, a tus sentires.

No quiero que erradiquemos temas, sino que hagamos más preguntas. Que el "no entendí por qué para tí.... es...." se nos haga más frecuente que las dudas.

Y podría rematar diciendo que sí, que soy toda oidos para tus preguntas. Pero, y ahora sí, me voy a poner en el lado más dificil, en el lado donde no me había puesto nunca porque asumo que al menos una de las dos vueltas de tornillo mentales mías entiendes: me voy a poner en el lado en que estoy, asumiendo de lleno mi condición de ignorante de tu persona y, antes de explicarte, contarte, decirte o comentarte nada, no voy a ponerlo con las palabras que a mí me parezcan más eficaces o más correctas. O las que mejor retraten mi panorama interior.

Voy a ponerme de tu lado y voy a empezar a explicarte las cosas de otra forma. Y al final de la frase sólo me voy a detener a preguntarte, con ánimo de resolver cualquier duda "... no sé si me logro explicar..."

Porque, realmente, no puedo seguir viviendo con los presupuestos y los sobreentendidos. El tiempo para disfrutarnos nuestras vidas en conjunto es breve (no importa cuan largo o corto sea, es breve) y las distancias se agrandan mientras no nos ponemos manos a las obras.

No quiero encontrarme, un día, con un abismo entre tú y yo. Y para construir un puente, se necesitan dos orillas.

Por eso pongo a tu disposición la mía.

Te quiero. Pero eso "sé" que ya tú lo sabes.

2 comentarios:

[ berna ] dijo...

Una carta maravillosa!

*espacio creado para la onomatopeya de un enorme suspiro que evoca la nostalgia*

cualquier cercanía con la realidad creada por mí para mí es pura coincidencia!
Sos una perra Lulusaaa!!
Será que hacer la carta más pública le da más peso o mejor comprensión?

Y tranquila... lo de "perra" es cariño puro...te lo prometo!
un beso grande!

Lulu dijo...

Berna:
(hm!... Largo suspiro con labio torcido en señal de saber de qué hablas y sospechar qué sientes)

Han de ser coincidencias... He de creértelo!
Y sí, soy muy perra, probablemente sí ;)

(Tranquila: fue con los argentinos que aprendí a valorar como "admirativos" algunos adjetivos des-calificativos... )

Un beso grande y un abrazo enorme!