Unos rizos

Ella (halando un mechón de cabello que él ha peinado, como siempre, con gelatina): Me encantan tus ricitos!!
El: ...
Ella (halando con cuidado distintos mechones, aleatoriamente, en un área de la cabeza de él)
El (en tono de queja que no es queja): Me estás rompiendo la fibra capilar al halarlos en seco.
Ella (sorprendida, soltando el rulito que en ese momento sostenía entre sus dedos): Oh! ¿En serio? Disculpa... no sabía...
El (sin moverse, sin apartarse, sin molestarse aunque no estaba complacido): sí, es cierto...
Ella (excusándose): Lo siento...
El: ...
Ella (descubriendo unos rizos libres de gelatina): Ah! Pero estos están libres de gelatina! (haciendo que uno de ellos se enrosque en uno de los dedos de su mano)... y son lindos igual... Por qué los engominas? Son lindos...
El: Esos rizos son míos.
Ella (sorprendida):...
El (inmediatamente pasando la mano por la zona que ella acababa de elogiar y haciendo que, por instinto, la mano de ella se alejara del rizo amigable): son mis rizos para dormir (y acto seguido los acaricia con cuidado)
Ella (aliviada, aún sorprendida): Ah... No sabía. No pensaba dormirte... pero esta es mi mesa, así que no te auto-duermas!
El: Jajajajaja
Ella: Jajajajajajajajajaja...