28 jul 2009

Paginas matinales. Dia cuatro

Vienna propone en su blog un ejercicio que me pareció simpatiquísimo: por una semana, cada mañana, escribir 3 páginas de lo que sea. Como sea. Luego de la semana, detectar un tema recurrente, inventar unos personajes y escribir una historia.

Hoy es el cuarto día mi semana. Los invito a hacer el ejercicio. Si quieren saber más, o quieren hacer otro ejercicio, vayan a su blog!

Páginas matinales. Dia cuatro

Lluvia. Lluvia fuerte. El cielo abrió la regadera. Para mí, no llora. No se puede llorar con esa intensidad. Sólo abrieron la regadera y dejaron el agua correr.

Agua que cae del cielo. La luz se amortigua, el tiempo se detiene. Solo se escuchan las gotas caer. Sólo se oye la vida detenerse, atenta, espectante. Como si los ojos de todos se abrieran más y sólo pudieran ver haciaa fuera, hacia la calle, hacia los montes, hacia afuera del sitio donde cada quien se refugia... o se guarece.

Es tan precario lod e guarecerse de la lluvia. Tan imposible. En mi visual lo es, conozco bien sus efectos. Por un par de años caló tan hondo en mí que, luego, cuando veía la lluvia torrencial de los monzones de mi tierra, calaba en mi alma y me empapaba desde adentro haciéndome rezumar ansiedad y tristeza hacia afuera. La expresaba en forma de agua o con todo mi cuerpo alicaído. A la lluvia no hay cómo ignorarla. Lo sé. Lo he vivido. En dos países. Mil veces. En una sola vida.

Llueve y cambia de dirección el viento. Cada vez que cambia de dirección, cambia la manera en que cae la lluvia. Y cada vez que cambia sus maneras, la lluvia se reinventa. Es como si todo nuestro mundo no fuera más que un lienzo enorme que el "kandinskiano" artista celeste mancha a su albedrío y satisfacción: a veces más de un lado que de otro, a veces sólo lo salpica para probar algo nuevo a su persona. Si lso demás no entienden, no es asunto que le amilane o le concierna: son simples ignorantes demasiado embuidos en nimiedades cotidianas como para entender el arte.

Los cuadros que pinta la lluvia son una mezcla de Kandinsky y Kunst, para mí. No son impresionistas porque el agua mancha al lienzo, pero el lienzo no suele manchar al agua. No es como decía Monet de sus bodegones, que el cazo tomaba color de la fruta tanto ocmo la fruta tomaba color del cazo. Para la lluvia, nuestras ciudades y campos son meros lienzos estirados, dispuestos para sus juegos de color y sus revisiones a nuestra cotidianidad. Son materia prima susceptible de expresar sus sueños más escondidos con sus símbolos más personales.

Sin embargo, nosotros, sí somos lienzos impresionistas para la lluvia: ella nos marca tanto como nosotros la marcamos a ella. Ella nos pinta tanto como nosotros la pintamos a ella. Para algunos es causa de alegría. Para otros es motivo de llanto y tristeza. He vivido los dos panoramas: primero me resultó molesta o causa de detenimiento. Luego fue parte de mi paisaje climatológico casi cotidianamente y terminó por convertirse en parte de la definición de mi cotidianidad en ese país frío de idioma raro donde fui a parar. Luego aún, de vuelta a mi tierra, fue el ancla que me arrastraba al fondo de todos mis recuerdos tristes en ese país ajeno de clima raro donde había ido a parar y me hacía una persona llorosa o ansiosa. Luego, más luego aún, comenzó a transformarse en un agente "neutro" que no me producía más que fastidio o deseo de que acabara pronto para comenzar mi vida, detenida por su marasmo de humedad.

Hoy en día, la lluvia es hasta motivo de gozo para mi escritura. Me inspiro de otra forma, de otras formas, con la lluvia como telón de fondo. La oigo solitaria, suando es muy fuerte, cayendo providencial y torrencialmente sobre una convulsa ciudad, bullente de hiperactividad, que es mi Caracas natal. Me gusta cuando es así de fuerte porque es única, se me hace tan natural de estos parajes pero la sé tan exótica como lso monzones indios. Y me gusta porque obliga al mundo a callarse, esconderse, refugiarse, guarecerse, de ella...
... sin entender ni comprender que nadie está a salvo de los efectos que ella produce.

Ahora llueve más suavemente. Es la lluvia que me hace poner música acompasada. O alegre. O muy lángida. El todo según sea mi estado de ánimo, para escucharla mejor, para llenarme de ella mejor. Esta es la lluvia de las canaletas, la que cae y baña la cara de algunos niños, la que hace que los enamorados corran brincando bajo ella, la que hace que los adultos se procuren un paraguas y los bonachones irreverentes se mojen aún cuando lleven un paraguas. Es la lluvia de los Fred Astaires en "Cantando bajo la lluvia". Yo, ni aún sabiendo que no me salvaré de su influencia, me gusta verme mojada por ella. Detesto la sensación de mojado y frío en mi ropa pues estoy calentita y se supone que para mantenerme calentita esté seca. Yo soy otro tipo de bailarina cuando la lluvia me agarra fuera de casa: soy de las que pegan brinquitos y hacen piruetas varias para evadir charcos, riachuelitos por alcantarillas desbordadas e incapacitadas de tragar agua, amén de los generosos cauchos de los carros que levantan agua que termina mojando a los incautos viandantes que me acompañan por la acera.

Cuando llueve y manejo me alegra conseguir estancamientos en el tráfico a veces: corren menos, intentan menos piruetas y se puede sentir que uno está más seguro. Lo malo es que gotea agua porlas ventanillas de mi carro pues no hay sistema de ventilación adicional, salvo las ventanitas provistas. Me siento entonces viajar a mi infancia y recordar como en la película de Disney de "la Espada en la piedra" un Merlín pleno de ingenio y paciencia, llenaba de paraguas un techo podrido en la torre más alta del castillo donde lo albergaron cuando se propuso entrenar al escudero, "El Grillo", Arturo. Esos artilugios "traidos del futuro" serían la salvación para las Merlin y su asistente el búho, frente a las goteras que amenazaban con arrastrarlos fuera de las ventanas en ríos de agua que se desbordarían de seguir entrando el agua como lo hacía en la película de desbordada imaginación "carrowliana" para las andanzas del preludio de rey, su mago y sus leyendas.

Años pasarían antes de que mis risas infantiles convergieran con dos pasiones para hacerme adquirir libros de acaballería de la edad media, incluido un tomo enteramente en inglés sobre las memorias del Rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda. Es el recuerdo más patente de una tarde lluviosa en un país ajeno de idioma no tan raro, donde tuve mis primeros atisbos de supranaturalidad y mis primeros recuerdos, inexplicables, oníricos y simbólicos, de mis vidas pasadas.

Para mí, en mi infancia, la lluvia siempre fue asociada con gripes, amigdalitis y miedo: si te mojas te puedes enfermar. Nunca fue benévola, no la siento benévola cuando me moja. Debe ser por eso que detesto que lo haga. Creo que, de tener niños, los dejaría hacer con ella lo que quieran. Pero no lamento ni repruebo mi relación con ella. Sigue siendo de gran influencia y sigue causándome placeres y molestias. Quizás son placeres o molestias más profundos o más sentidos que los que producen a aquellos que la asocian con algo risueño y encantador de sus infancias. Quizás mi relación es más estrecha, poética y compleja que la que experimentan algunos que se dejan empapar, sonrientes, por ella. Quizás es idéntica a la de los Fred Astaires que danzan con ella: sólo que a mí me empapa el corazón y la bailo con los recuerdos y el alma.

La lluvia, para mí, es hoy un fenómeno de cambio, un momento de fascinación y atención. Un cambio que nos devuelve, mil veces, al principio de la humanidad y a nuestros miedos ancestrales de una inundación o una sequía, de un castigo divino o una bendición. Es que es luz y oscuridad, es esperanza y desgracia, es dicha y llanto, es alegría y tristeza. Depende de las circunstancias, nuestro ritmo de trabajo, nuestro estado de ánimo y nuestros recuerdos.

Hoy, para mí, es un sujeto perfecto para mi estudio literario. Soy la diseccionadora de ese cuerpo acuoso inasible y ominoso que, graciosa o ampulosamente, nos domina a todos.

Y, por poder sentarme a analizarla hoy, me siento grande, poderosa, triunfadora.

6 comentarios:

Vienna dijo...

Tu texto me ha llegado al alma. Yo también estoy en un país frío de habla rara y hoy, para variar (aunque se supone que es verano) aquí llueve.

¿Viste mi post sobre la lluvia?

http://ones-veronica.blogspot.com/2009/07/llueve-detras-de-los-cristales-llueve-y.html

Lulu dijo...

Vienna:
Es curioso, la lluvia de mi país me ha hecho escribir sobre mi sanación tras vivir en un país vecino al tuyo que comparte condiciones climatológicas: Bélgica.

Pero de mis estancias por el Reino Unido, mis bailes veraniegos entre la neblina escocesa y las correrías por resguardarnos de cualquier aguacerito veraniego, no tengo sino lindos, hermosos recuerdos.

Te pasa a tí como me pasó a mi: la monótona sucesión de gotas termina por hastiarte, por llenarte de una sensación de impotencia por no detenerla a tu antojo. Y no puedo llamarlo un "capricho" lo de querer detenerla.

Serrat fue, como tú y yo, un exiliado por años. No importa que ni lo tuyo ni lo mío haya sido por razones de destierro... el exilio es idéntico.

Mi papá me presentó a Serrat y entre los dos me convencieron de amarlo. La canción de tu post es una de las canciones que, de él, menos me atrapa. Quizás porque soy de naturaleza más dada "a los extremos", como dice mi mamá, es Pueblo Blanco, La Saeta, Cantares, Mediterráneo, Señora, Tu nombre me sabe a Yerba, Canción del Palmo el Curro, Manuel y Vagabundear un buen compendio conciso de canciones que, de él, jamás me cansaría de oir, escuchar y cantar.

Y de tu tierra, Barcelona, aunque sólo me quedé 3 días y 2 noches, me traje una maleta de nostalgias por no haber tenido ocasión de vivirla más, explorarla más y pernoctarla más que, a 5 años de eso, aún sigo sacando cosas de esa maleta.

Gracias por traerme lindos recuerdos en esta hermosa tarde soleada, lluego de que la lluvia arrastró la compuerta de mi recelo personal y me hizo lanzar el balde de análisis y recuerdos, que ella despertó, en este post.

Gracias por seguir atenta lo que de esto haya de salir... ;)

Vienna dijo...

Me encantan todas esas canciones de Serrat que nombras. Su hija iba a mi colegio de pequeña así que en las fiestas de Navidad Serrat tomaba una guitarra y nos deleitaba con su exclusivísmo concierto. Me has hecho ir a la estantería de los CDs y escucharlos otra vez. Por cierto, ¿conoces a Ismael Serrano? Si te gusta Serrat, a Ismael lo veo como una 'versión moderna' pero claro, con su propia individualidad.

¡Qué recuerdos más bonitos los que cuentas!

Yo también estuve en Bruselas durante un tiempo. Es curioso, lo que más recuerdo es un lugar de salsa genial donde íbamos casi todas las noches! ¡Ah! Y un concierto de un grupo que tocaba una mezcla de flamenco y música celta, algo bien espectacular y bello.

Nunca he estado en Venezuela. The Latinoamérica conozco Perú. Viví algunos meses ahí. Tus recuerdos me han traído también los míos. ¡Gracias!

Lulu dijo...

Seguimos compartiendo vidas, Vienna... qué rico!!!
OH! No me imagino esos conciertos exclusivísimos... Jo! Qué envidia! Pero envidia sana.. .de esas que hacen que uno deiga "Ay! qué ganas de haber sido mamá de alguien en esa escuela o maestra de alguna sección!" jajajajaja...

Bueno, no, de nombre no me suena Ismael Serrano, pero segura que tampoco te suena "Jeremías", una versión media de Sabina y Serrat a la venezolana... ¿verdad? Jejejeje...
Te dejo esa tarea! Yo buscaré de Serrano a ver si lo he oido y no sabía su nombre o no lo recuerdo...

Bruselas? Bueno, yo conocí muy poco de allí. Era más de Brujas y Courtrai... vivía a 30 kms al sureste de Brujas...

Perú. Tierra mágica por lo poco que he oido y la gente que he tenido la dicha de conocer.

Seguimos tejiendo una colcha gracias al español, lo que con el español/castellano construimos y lo que de nuestros mundos compartimos... jajajajaja... ME ENCANTA!!! :D

Gracias por la confidencia y la complicidad...

Gustavo Puntila dijo...

Lulu! Otra vez me dejas encantado! Me mató la frase "Es como si todo nuestro mundo no fuera más que un lienzo enorme que el "kandinskiano" artista celeste mancha a su albedrío y satisfacción". Célebre, frase célebre.

Oye se me había olvidado decirte que mil gracias por las felicitaciones! Un beso gigante!

Lulu dijo...

Sr. Gustavo:
Cero y van dos... es usted la segunda persona que me dice qu esa frase, como ninguna otra, le gustó de este texto.

Que fue muy bueno que comparara a Dios con Kandinsky me dijeron...

Se la regalo! Con copyright mío... jajajajajajajajaja...

De nada señorito! Pero si fue un gustazo!

Un beso enooooorme! :D