24 jul 2009

Memorias: El papelón

Como explicaba en otro post, venían cambios a mi cuadernito literario. Uno de ellos es esta sección que titulé "Memorias".

Antes de empezar a escribir este blog, estuve un año completamente alejada del mundo de la escritura. Retomé mi avidez de lectura, pausada a mis 15 años y que me había acompañado desde mi infancia más tierna, por allá a mis tres años, cuando era una desenfadada "cuentacuentos" inspirada por las ilustraciones de los libros.

Mi historia con la escritura "pública" a través de blogs tiene casi 5 años cuando, viviendo en Bélgica, para no morir de tristeza y soledad, siguiendo la sugerencia de un buen amigo, empecé "un blog". Luego, por distintas razones personales, decidí abrir otro. Ya no cabía en aquel espacio.

Inexplicablemente, perdí la clave y nunca pude recuperarla. Así, ese segundo blog dió paso a un tercero que terminó su vida de manera abrupta por otras razones personales. Me alejé del mundo de las bitácoras, dejé de leer a antiguos amigos de correrías, me habían perdido la pista muchos. Empecé un peregrinaje personal, olvidé amores, terminé sueños de pareja, rehice mi vida personal, emocional y geográfica. Caí en las teorías budistas primero y por considerar un poco contradictoria la práctica con la teoría, toqué los bordes del taoísmo. En año y medio cambié de tantas formas, tantas veces que hasta la pintura, único medio artístico no explorado por mí, me tomó de la mano y me acompaña aún.

Buscando esa iluminación interior, ese camino de luz que todos tenemos dentro, me encontré con sueños perdidos, letras olvidadas, proyectos inconclusos. Así nace esta bitácora.

Y sólo ahora, a un año y dos meses de haberla abierto, decido revolver mis viejas bitácoras y sacar de ellas los escritos que ahora podrán leer. Descubrir algunos, releer otros.

Para mí, como siempre me pasa con las letras, será ocasión de saborear ideas, lamer conceptos, masticar planteamientos y deglutir conceptos que, por asuntos de la debilidad de la memoria, he dejado caer en la caja de los recuerdos que correspondan a una u otra época.

Espero que la lectura de estos fragmentos de mí les dé un espacio para la propia reflexión y el crecimiento de sus "yo"...

... y anhelo construir un "nosotros" con todo esto.

Gracias por su presencia... estamos leyéndonos.
Lulu.


El Papelón. 12 de octubre de 2005. Meulebeke, Bélgica.

Tenía 5 días con gripe. Ayer un amigo en Barranquilla me dijo que me hiciera un té de "panela" con limón. Y como le confesé que no sabía qué era la "panela" me dijo "ya como que te volviste europea y no te acuerdas de que eres india?". Le expliqué que a lo mejor también lo teníamos en Venezuela pero no con ese nombre y que si me explicaba qué era, quizás podría entenderlo.

La panela resultó papelón. Como las "gradas" peruanas resultan ser "escalones". Y lo mismo me pasó con "arrecho" en Colombia... que tiene que ver más con el "quesúo" que con el "molesto" venezolano. O las "frutillas" argentinas que son, ni más ni menos que las fresas. El "Cachuelo" es en Perú lo que es el "rebusque" o "el matatigres" en Venezuela. La "mina" argentina "es la "jeva" puertorriqueña que se nos pegó a los venezolanos y es lo mismo que la "chavala" española... o el "teso" colombiano es, ni más ni menos que el "huevito" venezolano o el "genio" del español estándar...

En conversaciones con otros blogueros más de una vez nos hemos visto en discusiones metalingüísticas... claro! en Argentina se "hace quilombos" y en Venezuela se "hace un ocho" aquel que no sabe cómo resolver un problema. En Argentina se "dobla" y no se "cruza" una calle para indicar que se ha de ir con el carro a derecha o izquierda. Y como esas? Miles de otras expresiones. Es que mientras más amigos hago en el mundo hispanohablante, más me doy cuenta de lo enormemente vasto, lo ricamente regional y lo pintorescamente colorido que es ese tapiz verbal que llamamos "español" o "castellano". Y yo, por no meterme con regionalismos, lo voy a llamar "español", aunque se originó en Castilla. Es que desde que nació, hasta nuestros días, mucho ha cambiado ese dialecto que surgió en un lugar de Castilla de cuyo nombre no quiero acordarme... porque ahora es Castilla-La Mancha y el Quijote se nos pudo haber perdido en el habla.

De Argentina a Perú, el español cambia como la geografía. De México a Colombia, como el mar. De Nicaragua a España como el cielo. No hay ninguno mejor, no hay ninguno peor. Todos los acentos son músicas distintas que reflejan las necesiadades de un pueblo por adaptarse a la realidad que le tocó vivir. Los países hispanohablantes estamos unidos por esta lengua tan mixta que se nos ha hecho tan propia y tan autóctona que ya no podríamos vivir sin ella.

Somos una amalgama de puntadas y colores que teje un sueño hermoso... para el que quiera arroparse con esa colcha. Aunque estoy muy lejos de mi entorno hispano, no me olvido de donde vengo. Es imposible. Decía una colega mía en estos días que tenemos un monstruo de idioma. Es verdad. Pero es un monstruo como todos: lleno de detalles delicados. En cada escama brilla una nota musical. En cada diente se oye una canción. En cada mancha, se siente el ritmo de los siglos que nos llevaron a ser uno en miles... y miles en uno.

Y sin embargo, no habría argentinos sin chilenos ni peruanos sin ecuatorianos ni venezolanos sin colombianos. Nos definimos por lo que nos diferencia y a la vez, nos diferenciamos en lo conocido. Sigo siendo india. Sigo siendo negra. sigo siendo blanca. Sigo siendo venezolana. Pero sé que no soy sino una puntada del tapiz que entre todos bordamos.

¿Y será por eso que me fascina el sonsonete cadencioso del argentino tanto como la prisa desmesurada del chileno que todo lo corta? ¿O la perfecta pronunciación de las S del colombiano, que se suaviza en el peruano? ¿Y será por eso que me encanta el bailoteo rítmico del mexicano tanto como la jocosa sevillana del andaluz? ¿Será que la música de todos ellos forma parte de lo que me distancia de sus culturas, tan ricas como la mía, y me acerca a la ancestral que nos une a todos? ¿Será que la cercanía con todos ellos me hace ser más yo?Y no lo sé... pero me gusta ser así. A ver quién me roba el español de la sangre...

3 comentarios:

Potter dijo...

Lulú mi niña!

Conociendo un poco más esta historia me toca mucho y logro ver entre letras la inmensidad de tu soledad en esos dias! un abrazo amiga, gracias a Dios termino todo!
El chico de curramba lo que te hizó fue una agupanelita repone muertos! jeje
Un abrazo

Lulu dijo...

My sweetie Pie: Lo que pasa es que, yo te lo dije, eres un lector inusual: sabes leer entre líneas.

Y de un "agüepanela" era de lo que él hablaba, es cierto! Con toquecito de ron y todo! jajajajajaja...

Un abrazote!!

Vienna dijo...

Yo también siento lo mismo por el 'español', que yo llamo 'castellano' porque soy catalana y supongo que tengo motivos políticos, o porque toda la vida lo he llamado así. También siento el acercamiento a algo ancestral y común en todos los hispanohablantes y a la vez celebro la fascinación de ser tan diferentes entre nosostros. Después de vivir casi 9 años en UK, aún me siento muy identificada con tu post. Sobre todo recordando los primeros meses en este lugar lluvioso donde al principio todo parecía tan distingo; donde tuve que aprender a todo, como un bebé, a hablar; a pensar (en inglés); a comprar; a cuidarme; a relacionarme; a trabajar; a comprar el pan; a ser yo, aunque en inglés; y a ser feliz.